La crítica de arte Pilar Bonet escribió el siguiente texto que aquí
reproduzco en referencia al proyecto Bellas Durmientes, para
su publicación en el catálogo Distintos tiempos, el mismo lugar,
donde aparece el registro completo del proyecto, además de las otras
dos propuestas expositivas de las artistas Verónica Tapia y Carolina
Coppens. El catálogo fue editado por la asociación Awayo en el año
2010.
Sugerencia en caso de cita:
Bonet,
Pilar (2010). “Las bellas durmientes no esperan el príncipe azul”
en Distintos tiempos, el mismo lugar. De las heterotopías
a las heterocronías. Valencia: Asociación Awayo
Las
bellas durmientes no esperan el príncipe azul
Pilar
Bonet
Crítica
de arte. Profesora de arte y diseño contemporáneo en la Universitat
de Barcelona y la Universitat Ramon Llull.
Las
bellas durmientes
es un grupo de mujeres que realizan junto a la artista Maricely Corzo
un proyecto de creación abierto y de colaboración. Las durmientes
podemos ser cualquiera de nosotras, en este proceso artístico no hay
reglas de juego, ni etiquetas o casillas preestablecidas. Se trata de
compartir imaginarios culturales, de hablar sobre lo emocional y lo
cotidiano, sobre lo personal y lo político. Las protagonistas de
esta peculiar narración saben que es posible compartir un espacio de
charla y de creación, una ocasión para el encuentro sin protocolos
estéticos ni objetivos comerciales. Con este proyecto la artista
insiste en los procesos de trabajo colectivo, en el intercambio como
técnica artística primordial, en la voz en femenino como lenguaje
de transformación.
El
proceso de trabajo de la artista colombiana Maricely Corzo esquiva la
literalidad de la forma o los sintagmas estéticos convencionales
para rastrear las posibilidades de la palabra y de la imagen en un
juego de intercambios, de prácticas relacionales, que visualicen
esos "otros mundos posibles" que ella misma postula en su
manifiesto sobre Las
bellas durmientes.
La experiencia de la identidad, desde la memoria histórica o las
cuestiones de género, también desde la transnacionalidad, construye
una plataforma de trabajo básica y excepcional para estimular una
circulación de ideas y de acciones, para cartografiar un lugar de
creación sin límites ni discursos ejemplares. Lejos de la idea
secular del artista genio, personaje mítico más allà del bien y
del mal, esta artista busca una habilidad para estimular la virtud de
la creación colectiva y alcanzar una experiencia de libertad que
desde el arte se proyecte en la vida. Se trata de verificar el arte
como aprendizaje, el arte como espacio de comunidad y lugar de
transferencias.
Para
la artista la creación no es una gestación metafísica de imágenes
u objetos, sino una lectura y descubrimiento del mundo, de sus
sedimentos y orografías emocionales. Maricely quiere definir un
proyecto de vida y de artista que podemos compartir en una actividad
que propone como juego de relación, de rol o red social. En el
proyecto de Las
bellas durmientes,
como en otros de sus trabajos, se quiere construir un lugar comunal,
cuyo recuerdo permita afrontar el reto de estar en este mundo en
crisis. Las mujeres que comparten el proyecto no esperan al príncipe
azul de la maldición que las ha convertido en seres espectrales y
pasivos, ellas ahora toman las riendas de sus deseos y sueñan con
futuros placenteros. Cerrando los ojos alcanzan nuevos imaginarios y
con ellos el dominio existencial. Despiertan mientras imaginan y nos
ofertan herramientas para progresar.
El
resultado de este proyecto no es un objeto singular o una imagen
inédita, nada del mito de la originalidad como distintivo del
artista. Todas las imágenes que generan Las
bellas durmientes
(fotografías, objetos, mapas) y su instalación en el espacio de
exposición son parte de un proceso que conlleva experiencias que no
pueden trasladarse al público como materiales físicos, sólo
presentirse: la charla, los secretos compartidos, las decisiones y
los consensos, las dudas o las sorpresas de un tiempo compartido.
Mientras
algunos apostaban por las últimas tecnologías y las apoteosis
visuales en el arte del siglo XXI, esperando más la sorpresa formal
y los espectáculos que las actitudes y los contenidos, la realidad
del nuevo ciclo histórico nos depara procesos de trabajo híbridos y
relacionales como los de la artista Maricely Corzo. El artista deja
de ser un mito y el espectador un observador distante, en estos casos
unos y otros se reúnen para llevar a cabo propuestas artísticas más
austeras y más comprometidas. El arte busca ser menos "arte"
en el sentido hegemónico de poder visual y se quiere más
comportamiento, más ideología de transformación. Ahora el "arte",
susbtantivo singular, también contiene el sintagma "arte
público".
El
arte público y el arte relacional.
En
sus conversaciones, Maricely usa el término "arte público"
y el de "arte relacional" para referirse a sus proyectos y
procesos de trabajo. En los últimos años, ambos términos circulan
entre los léxicos estéticos refiriendo nuevos comportamientos del
arte internacional. El término "público" se antepone al
"privado" de la misma manera que el "relacional"
lo hace frente al "individual, de forma similar a como el
término "libertad" se confronta al de "dictadura".
Ambos vocablos inciden en la voluntad de aquellos artistas que optan
por abandonar el olimpo estético para iniciar rutas transversales en
nuevos lugares comunes. Trabajar contextos específicos, en tiempo
real, interactuar con mujeres y grupos, o subvertir los modelos
académicos del arte, es la opción que algunos artistas eligen.
Hablar de arte público és referirse a una actitud más que a una
forma o estilo.
Desde
los años setenta el término "arte
público" ha
designado diferentes tipos de intervención artística en el espacio
urbano y la comunidad. En ocasiones sólo se definían piezas
escultóricas de grandes dimensiones ubicadas en lugares públicos,
en otras designaba museos al aire libre o pinturas murales. En
estos casos se trataba de estetizaciones del proyecto urbanístico
más que de intervenciones alternativas en el espacio público y en
un contexto social determinado. Pero a finales de los años ochenta
el término va adoptando un contenido cada vez menos formal para
devenir un site
político donde instruir un debate crítico acerca de lo que designa
el término “público” frente a “privado”, asumiendo
intervenciones y análisis más comprometidos con el territorio
geopolítico, las fronteras políticas, la transformación de la
comunidad urbana o las formas globales del capitalismo y sus
mercados.
A
partir de este debate más social y político, los proyectos
artísticos en el espacio público (ciudad real o site
virtual) y con la comunidad adquieren estrategias menos objetuales y
más cercanas a la realidad, usando lenguajes vinculados a la
publicidad,
el diseño,
la
arquitectura,
el
urbanismo,
la acción
civil o la geografía emocional. Las múltiples convocatorias
públicas para proyectos y acciones urbanas han gestionado un nuevo
espacio crítico para este tipo de producciones artísticas más
recientes.
Actualmente
el término "arte
público", que utiliza Maricely para designar sus proyectos,
pierde su categoría más formalista y se expande entre los nuevos
comportamientos artísticos que gestionan proyectos de espacio
público en la ciudad
y con la comunidad, siempre en tiempo presente y asumiendo la
posibilidad de incidir en las cartografías sociales y personales. Se
trata de producciones artísticas atentas y críticas con la
realidad, más allá de convenciones formales o de estilo, proyectos
de presente que asumen una condición transitoria y efímera mientras
generan vínculos sociales, espacios urbanos alternativos y tiempos
para el debate o la construcción de nuevas realidades en la
comunidad.
Como
Las bellas
durmientes, se
trata de proyectos sin
intermediarios, no referenciales y generados en un universo social y
económico concreto que dan voz a la realidad o crean nuevos espacios
para la relación y la subversión. Tras esta voluntad, múltiples
trabajos se insertan en la realidad urbana y social mostrando su
carácter participativo, en ocasiones lúdico, entrelazando análisis
sociológicos, antropológicos, urbanísticos o arquitecturales de la
metrópolis y sus comunidades. El arte así activa el empoderamiento
social en el medio urbano como estrategia de alternativa política y
creación de espacio público real, al respecto de las políticas del
espacio desde el orden sexual y con diversas actitudes de disidencia
en el arte actual.
Al
hablar de arte público o de prácticas relacionales, con todo el
contenido teórico que han obrado críticos y artistas, estamos
señalando aquellos proyectos no codificados
donde es posible cualquier tipo de encuentro, intercambio o
comportamiento. Procesos que actúan desde una nueva perspectiva
crítica sobre el diseño y uso simbólico de los espacios públicos
y la producción de servicio en nombre del arte.
El
mundo es ciudad, la ciudad es comunidad, gente que se relaciona con
gente, personas que con frecuencia viven los estigmas del ser
contemporáneo: soledad, miedo y melancolía. Pero el deseo es poder,
las durmientes proyectan sus deseos entre los claroscuros de las
imágenes sin tiempo. Las bellas durmientes son un relato abierto, un
crucero entre la ficción y la verdad.